Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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Nota: esta colaboración se publicó en la edición regional de Diario de Noticias de Navarra, el 10 de marzo de 2004.

ESTRATEGIA TERRITORIAL DE NAVARRA: ¿UN FRAUDE?

No me ha cogido por sorpresa: ya en diciembre de 2001 y en febrero de 2002 opiné que ETN se iba a utilizar para avalar la actuación del Gobierno, y así parcialmente se reconoce en la Pág. 218. Es un documento que acierta al analizar la situación, y abunda en buenas intenciones, pero yerra en sus propuestas. Señala que el objetivo es la conservación del mundo rural, el desarrollo sostenible y un territorio equilibrado, pero se abandonan valles, como Las Améscoas, Yerri y Guesálaz, que poseen un gran potencial de desarrollo. Para más burla, las sierras de Urbasa-Andía, parte indisoluble de esos valles, son el único territorio que no se adscribe a ningún área intermedia de ordenación territorial. Este interesado olvido no se da en el Abodi, Aralar o la Bardena: sólo Urbasa-Andía se coloca en tierra de nadie. Además, a esos valles se les priva de buenas comunicaciones, porque, como el propio consejero ha reconocido, sus alegaciones se han rechazado para beneficiar a la concesionaria de la autovía.

Este hecho, y el que el documento subordine el equilibrio del territorio a la rentabilidad de los negocios, no puede causar extrañeza: cuando la estación de autobuses se proyecta pensando en el centro comercial aledaño; cuando el Centro Oncológico se descarta para no perjudicar a un organismo privado; cuando bajo la atenta mirada del Sr. Pérez Lapazarán, Presidente de la Comisión de Agricultura del Congreso, desaparece el cultivo del espárrago navarro mientras la empresa en cuyo consejo de administración participa llena el mercado de espárrago producido en China... ¿a quién extraña que el futuro de Navarra se proyecte en función de determinados intereses? Curiosamente, ahora que algunas conserveras (¿o es sólo la del candidato al Senado?) han empezado a comercializar pimiento del piquillo peruano, el documento de ETN afirma (Pág. 35) que existe la necesidad de encontrar alternativas de cultivo rentables a los cultivos tradicionales (espárragos, pimientos) intensivos en mano de obra y que hoy se encuentran en franca regresión. ¿Para qué esforzarse en defenderlos si ya tenemos empresas que nos lo traen del otro lado del charco?, parece decir el documento... Pero la culpa no es sólo de los que lo han elaborado: mientras haya navarros, y más aún vinculados al agro, que votan a políticos que "defienden" de esa manera la agricultura, esta dicho casi todo.

Nos dicen que el documento es fruto de la participación popular ¡Qué descaro! ¡Claro que la ha habido!, pero ¿para qué ha servido? Nada de lo propuesto por la merindad de Estella ha sido recogido, y, como señalaba un estellés, las propuestas se han utilizado para convertir la "ciudad-región" en una "región-ciudad". Se veía venir: cuando en la reunión de Irache hablé de impulsar el desarrollo de Estella, uno de los presentadores, con sorna, me preguntó si estaríamos dispuestos a acoger inmigrantes (curiosa pregunta, cuando buena parte del desarrollo de Navarra depende de ellos). También negó la participación pública en Senda Viva. Así empezó ETN en Estella: entre el engaño y la burla.

Intentando ser justo, diré que algo ha cambiado: el deseo de que las nuevas poblaciones se establezcan en los pueblos que están al pié de las autovías, es una novedad que se agradece. Pero cuando en la página 80 leo que el actual crecimiento de Pamplona, incluyendo los valles del primer y segundo cinturón, las Rondas Este y Súper-Este, no se considera un crecimiento en mancha de aceite, forzosamente tengo que pensar que poco o nada cambiará si hacer urbanizaciones en despoblados o lugares de señorío les parece adecuado. La piedra de toque será el tratamiento que el Gobierno de a los terrenos que comparte en Badostáin.

Es, también, un documento injusto: mientras señala que "deben localizarse en la zona de Tudela servicios pertenecientes a una gama de rango superior a lo que su peso actual aconsejaría, servicios cuya razón de ser no se encuentra en las necesidades actuales de la población sino en incrementar la centralidad de Tudela", el futuro de Aóiz, Sangüesa, Tafalla o Estella lo fía a la incertidumbre de que una mejor comunicación con "Pamplona puede hacer que el principal motor de desarrollo de la Comunidad Foral de Navarra impulse el desarrollo del resto del territorio". Como se ve, sólo buenas intenciones, pero ninguna medida de choque como las que se proponen para las zonas más desarrolladas. Y todo ello a pesar de reconocer que, "dado que la actividad económica tiende a la concentración y a propagarse por saturación y derrame (...), esa tendencia sólo puede contrarrestarse a través de una actuación pública decidida y contundente que genere una masa crítica de actividad suficiente". Estos "estrategas" lo cifran todo en el traslado de las industrias que abandonen Pamplona por falta de suelo, o porque la venta del que ocupan les reporte importantes plusvalías. ¿No es más adecuado que, en vez de deslocalizar industrias, en las ciudades intermedias se establezcan empresas punteras y servicios de I+D que permitan su desarrollo? En la Pág. 46 se afirma que "los sectores más innovadores crecen en red al disminuir la importancia de la distancia física". Si eso vale a nivel general, ¿cómo es posible que no sea de aplicación en Navarra?

No quedan mejor parados los núcleos en regresión. Se considera que los servicios sanitarios y educativos ayudarán a fijar la población "a través de los puestos de trabajo directos e indirectos que se crean". ¿No se han enterado de que la mayoría de esos profesionales tienden a instalarse en las grandes poblaciones? Da la sensación, incluso, de que antes de adoptar medidas que los favorezcan, se está esperando a que esos valles desaparezcan. ("aunque es de esperar que se alcance un cierto equilibrio en las zonas más despobladas y rurales, existen todavía muchas incógnitas sobre la forma y dimensión que puede tomar, al menos mientras no se acabe el actual ciclo generacional", afirman). No quieren darse cuenta de que cuando se acabe el "actual ciclo generacional", la estabilidad engañosa que ahora disfrutan esos pueblos habrá dado paso a la mayor de las estabilidades: la del cementerio. Para entonces, la mayor parte de esos valles habrán quedado desiertos, y, salvo los fines de semana, todos sus habitantes yacerán bajo tierra. Por otra parte, si el "desarrollo local debe basarse en el fomento" de las cabeceras comarcales que surjan de la concentración de municipios, ¿quiere decir que ese desarrollo no llegará nunca?

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza