Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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ESTRATEGIA TERRITORIAL DE NAVARRA

Desde que el 5 de mayo apareció en la prensa la noticia de que el Gobierno de Navarra había encargado los estudios y documentos que permitieran elaborar la Estrategia Territorial de Navarra (ETN), he leído con avidez y una mezcla de ilusión y desencanto todo lo que sobre el tema se ha venido publicando, especialmente el foro debate celebrado a principios de octubre. He leído con ilusión, porque, aunque territorios como la vecina Guipúzcoa nos llevan una considerable ventaja, todo aquello que lleve a diseñar una estrategia que evite la excesiva concentración y desarrollo en la comarca de Pamplona no deja de sonar a música celestial a los navarros que habitamos la olvidada periferia. Y he leído con desencanto, porque esas bonitas palabras y buenas intenciones no pueden hacernos olvidar una realidad que, desde hace lustros, machaconamente va en sentido opuesto y da motivos como para pensar que a comarcas como Tierra Estella esas buenas intenciones puedan llegar tarde. El envejecimiento de nuestros pueblos es tan preocupante, que puede suceder que, cuando se quiera pasar de los dichos a los hechos, las directrices que emanen del documento de ETN no puedan aplicarse por falta de gente y por incapacidad de reacción de la poca que quede, de manera que en una o dos generaciónes gran parte de Tierra Estella sea sólo paisaje, arte e historia en torno a una ciudad estancada.

Año tras año, a través de los presupuestos de Navarra así como de las directrices y estrategia de los departamentos y consejerías, se trabaja en pro de un desarrollo que se limita a Pamplona y su comarca, salvo contadas excepciones cuyo fin generalmente no es otro que atender compromisos clientelares, de vecindad, o personales de políticos y gentes de parecida laya. No se ven, en estos últimos lustros, políticos que tengan una visión de conjunto de las posibilidades y necesidades de la Comunidad, mientras que abundan los empeñados en hacer méritos para ser alcaldes de sus respectivos pueblos, y poco más, aunque a sí mismos se tengan en gran estima. La labor de otros muchos, políticos, funcionarios y técnicos, bien debido a su origen o a una conversión a lo que podríamos llamar "centralismo autonómico", está consiguiendo que, olvidando el orgullo de ser una comunidad modelo de desarrollo descentralizado, Navarra lleve camino de ser un territorio fuertemente centralizado, sólo superado por Aragón.

Observar desde la ciudad del Ega las secuelas de lo que acabo de señalar, no puede ser más desolador. La Merindad de Estella es la única que no va a beneficiarse de las aguas del Pirineo y, por tanto, de todo ese inmenso desarrollo agrario, industrial y urbano que a ellas se atribuye, sin que nadie, ni siquiera los pueblos condenados a la desertización de sus campos, se sientan concernidos. Hace ya varios meses que la Sra. Iturriagagoitia expuso los planes de su departamento para industrializar Navarra, con la excepción de Tierra Estella, y nuestros ayuntamientos aún no han tenido tiempo de posicionarse al respecto. En lo tocante a Obras Públicas, los hechos no son más alentadores, aunque las autoridades estellesas, pretendiendo ignorarlo, apenas sean capaces de tener una postura propia: la autovía a Logroño es la única infraestructura a cuya financiación se ha puesto pegas y, aun ahora, hay políticos más preocupados en que su financiación no retraiga recursos que dificulten la realización de obras más queridas para ellos, y no cesan de incordiar en base a un pretendido y equivocado beneficio en favor de algunos ayuntamientos de la zona. Y si exceptuamos Sanidad, con parecido resultado podríamos recorrer todos los departamentos y consejerías de la administración foral.

Tampoco es más alentadora la actuación de algún líder sindical y de algún otro político de la oposición. Por eso, cuando pugnan por dividir el campus de la UPNA en beneficio exclusivo de Tudela, o pretenden solucionar toda la carencia industrial de la Zona Media (no olvidar que geográficamente Tierra Estella forma parte de misma) con un macro polígono industrial en Tafalla, ¿alguien duda que la mayor virtud que tienen esos pueblos es la de ser lugar de origen y residencia de quienes abanderan esas reivindicaciones? Por todo ello, el riesgo que algunos navarros vemos en la ETN, es que de un único centro -Pamplona-, se quiera pasar a sólo dos: Pamplona y Tudela. Porque si el reparto de la Universidad, de la industria, del agua, de los campos de golf, de los parques temáticos y un largo etcétera de actividades ya está destinado a Pamplona y al eje que forman la autopista, la autovía a Vitoria, el eje del Ebro y algún enclave aislado, ¿qué otras cosas va a poder distribuir la administración para aplicar la ETN?

No sé si son conscientes nuestros gobernantes de que la sensación que percibimos muchos navarros es la de que todo se hace en función de una Pamplona en cuya comarca cabe todo lo bueno, (y cuando no hay qué ofrecer, con tal de acaparar recursos, se inventa lo que sea necesario, como el museo del Encierro), dejando para la navarra rural todo lo que a la capital molesta. Léase cárcel, incineradora de residuos MER, depuradora de residuos industriales, y alguna otra joya que en este momento olvido. Luego se extrañan de que les surgen coordinadoras como hongos.

No sería honesto si, en descargo de los políticos antes aludidos, no señalara que muchas de las iniciativas atendidas tienen su origen en demandas municipales o ciudadanas. El problema, para nosotros, es que en Tierra Estella los ayuntamientos no exigen, ni demandan, ni piden, dando la sensación de que están conformes y satisfechos con la suerte que a sus pueblos les adjudica el mercado, la administración y los políticos. Empezando por la ciudad del Ega, a cuya alcaldesa parece que pagamos para que haga lo menos posible, los grupos mayoritarios rivalizan en la inactividad. Para muchos concejales, el único objetivo parece ser el buscar un acomodo a base de no incomodar a la ejecutiva, para que en la lotería electoral -o quizá antes- les pueda tocar algún premio que solucione su modus vivendi.

Ignoro cuál puede ser la solución a este grave problema, pero cada vez tengo más claro que debe pasar por la reforma de la Ley Electoral. Si en Inglaterra cada miembro de los Comunes se debe a una circunscripción electoral, y en las comunidades pluriprovinciales cada provincia es una circunscripción electoral que corrige el desequilibrio demográfico que se da entre ellas, en comunidades uniprovinciales como Navarra la circunscripción electoral debe ser la merindad o la comarca, de manera que los parlamentarios dependan también de su zona, y no, como ahora, sólo de su ejecutiva.

Nota: esta colaboración publicó en Diario de Noticias, el 06/12/01. Recibió una carta de apoyo en el mismo diario, y una réplica del Director de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente.

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza