Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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Enviado a Diario de Noticias de Navarra el 10 de julio, fue publicado el martes, día 13, en la edición regional del periódico.

TORMENTAS EN ESTELLA

La madrugada del pasado miércoles una tromba de 60 litros por m2 hizo que el agua corriera por las calles de Estella, alcanzara los 35 centímetros en la parte baja de la ciudad, e inundara numerosos locales comerciales. Este hecho, que también se repite cuando el Ega baja crecido, no debe considerarse una fatalidad inevitable, y entre las obligaciones de su ayuntamiento está el adoptar las medidas necesarias para que las consecuencias de estos hechos se puedan evitar y ocasionen el menor daño posible.

Dada la ubicación del núcleo urbano, en la zona más baja del valle y rodeado escarpadas laderas, hay que evitar que desde la cima de los montes el agua baje sin obstáculos y no encuentre el alcantarillado adecuado que la canalice hacia el río. Esto no es un problema de la naturaleza, sino de unas infraestructuras inadecuadas al medio, las cuales no disponen de los imbornales suficientes y adecuados a la misión que de ellos se espera. Si, además, las canalizaciones se encuentran llenas de suciedad, las calles y carreteras se convierten en colectores que dirigen el agua y el fango a los puntos más bajos.

El problema que ocasionan las tormentas de agua crece en proporción directa a como lo hace la teja, el cemento y el asfalto, de manera que el agua que cae sobre la superficie urbanizada no se puede filtrar en la tierra. Por eso, labor del urbanismo municipal es velar porque las nuevas urbanizaciones y pavimentaciones se doten de las canalizaciones adecuadas, con las rejillas necesarias para captar el agua y desviarla al río, evitando así que las calles se conviertan en ramblas. Exigir, también, que las obras no obstruyan con arenas, cemento y escombros los colectores, y que, acabado el trabajo, el sistema de evacuación de agua quede en perfecto estado de limpieza y operatividad. Algo que hasta la fecha no se ha hecho, o no se viene haciendo en la medida necesaria. Y labor de los servicios municipales es mantener imbornales, desagües y rejillas en perfectas condiciones.

En este aspecto, llama la atención que el gran colector que hace unas dos décadas se hizo para canalizar las aguas de Oncineda y Ayegui, no haya evitado que el agua de las faldas de Montejurra llegara a Estella inundando la plaza de San Martín. Este hecho no es aceptable, y demuestra que aunque en este caso exista un colector capaz, de nada sirve si hacia él no se canaliza el agua de calles y carreteras. Así mismo, pavimentaciones recientes, como la de las calles Juan de Labrit y Calderería, se han dotado de rejillas estrechas e insuficientes, las cuales no pueden impedir que, ante una pequeña tormenta, el agua que baja de la parte alta penetre en la plaza de Santiago y a través de ella alcance otras calles. Situación que se agrava en las zonas peatonales desprovistas de aceras, en las que el líquido elemento apenas encuentra obstáculo para penetrar en los edificios.

Ante inundaciones y tormentas también debe mejorar la respuesta de la Policía Municipal, en base a un protocolo de actuación que, o bien no existe, o en este caso no ha funcionado, o es manifiestamente mejorable. Quizá los agentes que ejercían su trabajo durante la madrugada se sintieron desbordados -algo perfectamente comprensible-, pero no es aceptable que los comerciantes se enteren del problema cuando acuden a abrir su establecimiento y nada pueden hacer para salvar sus pertenencias. No es de recibo que la policía avise solamente a un comerciante, lo haga cuando su negocio está inundado, y porque suena la alarma que tiene conectada a las dependencias policiales. Cuando llegó al lugar, bastó que con la ayuda de algún vecino limpiara las rejillas del alcantarillado para que el agua siguiera su curso. Con ello se demostró que de haber sido avisados a tiempo, sus negocios no se hubieran visto afectados y, por lo menos en esa zona de la ciudad, la tormenta no hubiera tenido consecuencias. Bastantes problemas tiene el comerciante, como para tener que asumir deficiencias ajenas.

ARRIBA © 2003-2005 Javier Hermoso de Mendoza