Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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DESCENDIENTES DE OGAIZ

Recientemente fue presentado en la casa de cultura Fray Diego un libro -Los hijos de Ogaiz- ambientado en Estella y cuyos protagonistas son quienes nos precedieron en el lejano x. XIV. No es ni un tratado histórico ni geográfico, sino una novela, por lo que debemos pasar por alto los errores que en ella podamos encontrar. Lo importante es que en estos momentos de manipulación histórica y política, en que tan vapuleado se ve el nombre de la ciudad, la autora, la alavesa Toti Martínez de Lecea, se acordara de nosotros para hacer una loa de nuestra ciudad - poniendo todo su interés en ambientarla en la Stella física y social de hace setecientos años- y, sobre todo, para transmitirnos un mensaje: todos los naturales del pocico somos hijos de un legado histórico en el que convivieron, no sin dificultades y problemas -como pone de manifiesto la novela-, navarros, francos y judíos. Una Stella, la medieval, cuya importancia social, política y económica era superior a la de Pamplona y a la de cualquier otra población navarra, según nos recordó la autora. Lo que a la vista de la situación actual nos debe llevar a reflexionar sobre lo que hemos podido hacer mal para descender al punto en el que nos encontramos, y, principalmente, sobre lo que debemos hacer para recuperar lo perdido y poder legar una Estella que vuelva a brillar con la fuerza de antaño.

Desde que en el comienzo de las peregrinaciones jacobeas, allá en el x. XII, Aymeric Picaud, en su guía Codex Calixtinus sólo elogiara a Stella ("fértil en buen pan y excelente vino, así como en carne y pescado, y abastecida en todo tipo de bienes") entre todas las poblaciones navarras, y se deshiciera en elogios hacia el Ega, al que consideró "de agua dulce, sana y extraordinaria", mientras que todos los restantes ríos navarros los encontró "mortíferos para los animales y personas" que beben sus aguas, son numerosos los libros ambientados parcialmente en la Stella medieval.

Ni puedo ni tengo capacidad para hacer un barrido histórico, pero si que puedo hacer referencia de obras recientes que en las librerías están a disposición del lector curioso, a la vez que animo a quien tenga otras referencias, a que las ponga en conocimiento de los lectores.

Empezaré por recordar a Pío Baroja, en cuya obra Zalacain el aventurero podemos patear las calles y visitar las posadas de la Estella de hace ciento treinta años. Pasaré a señalar al laureado escritor brasileño Paulo Coelho, en cuyo libro El Peregrino de Compostela (Diario de un mago), en medio del viaje iniciático tiene tiempo de descansar en nuestra ciudad y alabar su gastronomía. Está, también, Jesús Torbado, con El Peregrino, que recurrentemente alude a nuestra ciudad, o Matilde Asensi, con Iacobus, que, al igual que Toti, da a nuestra Elgacena el nombre de Olgacena, y señala, deudora de Picaud, que "Estella era una ciudad monumental y grandiosa, abastecida por todo tipo de bienes. Por su centro discurrían las aguas dulces, sanas y extraordinarias del río Ega, superado por tres puentes que unían sus riberas al principio, en el centro y al final de la población. Dentro de ella, las iglesias, los palacios y los conventos se sucedían uno tras otro, rivalizando en belleza y suntuosidad. No se podía pedir más a una urbe del Camino, desde luego". ¡Ahí queda eso!

También ambientado en el medievo, pero al margen de las corrientes de peregrinación compostelana, está el libro La catedral, de Cesar Mallorquí, premio Gran Angular 1999, que recoge el periplo de un escultor estellés por La Normandía francesa. Y ambientado en nuestros días tenemos Irene Klein, de nuestro convecino Javier Corres Bengoechea, que nos descubre su alma a la vez que desde los grifos del Lerma apaga nuestra sed, y desde sus cocinas acaricia nuestro paladar.

Y para finalizar, recordar al recientemente galardonado con el premio Cervantes, José Jiménez Lozano, cuyas palabras "Yo he escrito siempre desde la honestidad y creo que tanto los periodistas como los escritores no deben hacer cosas extrañas como el que los adjetivos se coman a los nombres; o poner palabras raras" quisiera hacerlas mías. Lo traigo a colación porque a través de su pluma (Ávila) descubrí que el estellés Alvar García, en el lejano siglo XII, fue uno de los arquitectos que ayudó a levantar las murallas de la ciudad castellana. Obra aún podemos apreciar. Para todos estos autores, y para los que desconociéndolos también se han acordado de nuestra Estella, va mi saludo.

Nota: Estas letras fueron publicadas en el número 253 de la revista Calle Mayor

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